Amanezco, y tengo las montañas a mi alrededor. En la madrugada, comienzo el día con el sonido de los gallos cacaraqueando. En la tarde, termino el día con el sonido de los pajaros cantando. En la noche, admiro el concierto de luces de un grupo de luciernagas en el campo frente de mí.
No vivo exactamente en la ciudad, pero si dentro de la urbe de la capital. Aunque tengo que soportar el insensato tráfico de una metropolis en crecimiento, todos los días, la esperanza de mi pedacito de cielo al final del día me espera, a las puertas de mi hogar. Como dice la canción, con dinero o sin dinero, pero encuentro belleza y paz a mi alrededor si me dedico a buscarla.
Y las dificultades valen la pena; serenidad para afrontar lo que no puedo cambiar, fuerza para cambiar las que si puedo y sabiduría para discernir las dos.
Eso es para mí, vivir en Guatemala.
P.S. La foto es de Don Drone, muy bonitas fotos!